CULTOS DE MAL ASIENTO
Libro de autoayuda para intelectuales inquietos
CULTOS DE MAL ASIENTO
Libro de autoayuda para intelectuales inquietos
El origen de este libro parte del empeño de conciliar dos instancias
antitéticas y hasta beligerantes en nuestros días: por una parte, el hecho de ser culto, y, por otra, el libro de autoayuda. La persona inteligente y cultivada suele situar este subgénero ensayístico dentro del campo de la superstición, la paraciencia y hasta la charlatanería. Y ciertamente que razones no le faltan al razonable, pero no es menos verdad que tales libros hablan de una necesidad profunda del ser humano: conocerse a uno mismo, frase que ya presidía los rituales de Delfos, adonde peregrinaban los griegos cultos una vez en su vida
para adquirir un saber arcano que la civilización y la cultura de su tiempo no les podía proporcionar. Hoy en día, la persona culta de Occidente sigue sintiendo esa necesidad de conocerse a sí misma, pero como ya no existe un Delfos que le enseñe el camino a seguir y como la mayor parte de los conocimientos aprendidos son sólo eso: aprendidos, y no aprehendidos, prefiere dar la espalda a un género donde, rebuscando entre la paja, podemos encontrar la aguja de alguna certidumbre valiosa.
Por otra parte, no basta con saberlo todo para ser más guapo, más
inteligente, más culto. A fin de cuentas, saberlo todo es imposible, máxime
cuando en nuestros días Internet nos revela la existencia de infinidad de cosas que desconocemos y que, probablemente, nunca tendremos tiempo para llegar a conocer.
Aquel que presume de que lo sabe todo, normalmente no sabe nada. A
esto le llamo yo La ignorancia de la prepotencia, que sería lo contrario, pero en el fondo lo mismo, que la prepotencia de la ignorancia, atribuible al que no sabe nada y por eso cree que lo sabe todo.
Si el dinero no hace la felicidad, aunque contribuya a ello en opinión de
los materialistas más prestigiosos, tampoco el conocimiento está en
condiciones de ofrecérnosla, si entendemos el conocimiento como la
adquisición de monedas de saber que, por acumulación, acaban constituyendo nuestro único patrimonio.
“SÓLO SÉ QUE NO SÉ NADA”. YO TE DIGO: “SÓLO SÉ”
CULTÍVATE
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